Francisca San Martín, profesora de ciencias de la naturaleza y biología, encontró su verdadera vocación en la enseñanza, luego de haber comenzado su carrera como tecnóloga médica. Si bien su formación inicial la orientaba hacia el área médica, fue su pasión por el medioambiente lo que la llevó a cambiar de rumbo y enfocarse en la educación ambiental. “Descubrí que tenía más herramientas como profesora que como tecnóloga médica”, comenta San Martín, quien además reconoce que su papel como educadora le permite influir más significativamente en la conciencia ambiental de sus estudiantes.
Su camino hacia la educación ambiental comenzó de manera visceral: la indignación que sentía al ver la contaminación, la basura en las playas y los ríos, fue lo que la impulsó a actuar. Así, en 2015, San Martín lanzó un programa de reciclaje en el colegio Inmaculada Concepción, que abarcaba la recolección de papeles, botellas, vidrio, plástico y latas. El impacto de este programa fue notable, y en 2022 el establecimiento amplió sus iniciativas medioambientales para incluir el compostaje de cáscaras y residuos orgánicos provenientes de las colaciones de los estudiantes.
El éxito de estas iniciativas es evidente: cada uno de los 28 cursos de la escuela cuenta con su propio balde de residuos orgánicos, el cual se vacía semanalmente en los compostadores de una empresa local. Además, el colegio también gestiona la recolección de papeles y otros materiales reciclables con empresas especializadas. Estas prácticas se han vuelto parte del día a día de los estudiantes, quienes están acostumbrados a manejar diferentes tipos de residuos de manera responsable. “Los chicos y chicas están habituados a tener su caja de reciclaje de papel, su balde de orgánicos, y su contenedor de latas, vidrio y plástico”, explica San Martín.
El esfuerzo de Francisca San Martín y su equipo ha rendido frutos a lo largo de los años.. El colegio ha logrado la certificación ambiental en sus distintos niveles: básico, intermedio, y de excelencia. Además, han renovado la certificación de excelencia en varias ocasiones, y el próximo año esperan obtenerla por tercera vez. San Martín también lidera la brigada de forjadores ambientales, un grupo de estudiantes comprometidos con la ecología y el reciclaje. Lo que comenzó con 10 a 15 forjadores en 2015, ha crecido hasta incluir a 45 niños y niñas, demostrando el creciente interés de las nuevas generaciones por el cuidado del medioambiente.
El Rol de las Mujeres en la Ciencia
Más allá de sus iniciativas medioambientales, San Martín también es una firme defensora del papel de las mujeres en la ciencia. Desde 2016, ha trabajado formando equipos de investigación científica en el marco de los proyectos de Explora, siempre con una fuerte inclinación hacia el fomento de la participación femenina. “Las mujeres científicas son mucho mejores que los hombres en muchos aspectos: son sistemáticas, prolijas, meticulosas y organizadas”, asegura San Martín. Aunque ha trabajado con equipos mixtos en algunas ocasiones, su preferencia ha sido siempre por las mujeres, quienes han demostrado una gran capacidad y talento en la investigación científica.
Sin embargo, San Martín reconoce que el bajo número de mujeres científicas es un problema que debe abordarse desde la educación primaria. Considera que los profesores tienen la responsabilidad de identificar a aquellas niñas que desde pequeñas muestran habilidades de observación y curiosidad por el mundo que las rodea, y apoyarlas en su desarrollo científico. “Mi consejo es que los profesores deben empezar a identificar a las niñas con talento desde tercero o cuarto básico y guiarlas para que se conviertan en las científicas del futuro”, sostiene San Martín.
Para ella, este enfoque no solo es necesario para cerrar la brecha de género en la ciencia, sino también porque cree que las mujeres, por naturaleza, tienen una mayor inclinación hacia el cuidado y la protección del planeta. “Nos convertimos en activistas porque hay un gen femenino que nos impulsa a cuidar, acoger y proteger”, explica. Este instinto es, en su opinión, uno de los motivos por los cuales tantas mujeres se han convertido en líderes en el ámbito de la ciencia ambiental y la protección del medioambiente.
Un Futuro Sostenible
El trabajo de Francisca San Martín no se limita al aula. Su impacto como profesora y activista ambiental ha traspasado las fronteras de su colegio, influyendo en sus estudiantes y colegas, así como en la comunidad en general. La educación ambiental, tal como ella la concibe, no es solo una asignatura más, sino un modo de vida. A través de su dedicación y compromiso, San Martín ha demostrado que es posible formar a las generaciones futuras para que desarrollen un sentido de responsabilidad hacia el medioambiente, adoptando hábitos sostenibles desde la infancia.